domingo, 6 de septiembre de 2009

PROFANADOR

Una a una se las comía…

Le gustaba vagar por lugares oscuros y apartados del pueblo, regularmente por las regiones más sombrías y húmedas del bosque. Era el lugar adecuado para encontrarlas. Estos viajes tenían efecto durante casi todas las noches de los meses de Otoño, cuando ellas, lo sabía, daban su fruto. Al encontrarlas, antes de hacer nada, sigiloso volteaba alrededor; se cercioraba que nadie lo viera, que nadie lo hubiera seguido. Entonces se disponía a desenterrarlas. Lo que más trabajo le costaba era desentrañar lo que parecían ser las piernas, tan gruesas y ofuscadas que no cedían con facilidad. Rascaba la tierra y jalaba mientras el cuerpo rugoso, fuera, se tambaleaba de lado a lado golpeándose contra el húmedo musgo... golpeando una y otra vez, hasta que al fin, una a una eran sacadas de raíz y metidas dentro de un costal. Cuando se había hecho de al menos medía docena, emprendía el viaje de regreso.

***

Entrada la madrugada, se hallaba placidamente en casa, listo para el ritual. Primero las tendía sobre la mesa y las desnudaba: con suavidad desprendía cada una de las hojas para tener a la vista tallo, flor y fruto; entonces las acariciaba, las olía, recorría su lengua por todas ellas. Después sacaba una muy bien afilada navaja e iba seccionando cada miembro: blanco-violáceo; las flores eran puestas dentro de un canto para ser amasadas con un poco de ron. Blanco-naranja; arrojaba los bulbosos frutos en brasas calientes para quitarles el sabor ocre. Verde-oscuro; partía en finas rodajas el tallo y lo añadía como complemento al fruto ya cocido, abierto y dispuesto en un gran platón. Blanco-gris; tallaba la raíz; presionaba cercas de la parte superior para formar el cuello y cortaba todas las extremidades a excepción de cuatro: la figura humana aparecía. Colocaba una cuerda a través de una viga y colgaba la figura. Se sentaba a la mesa, tomaba cuchillo y tenedor y, poco a poco comenzaba a degustar mientras suaves melodías se sucedían (Mendelssohn, Debussy, Paganini…) y gestos de orgasmo se le dibujaban en el rostro mientras iban apareciendo las alucinaciones…

***

Tal era su vida secreta, su adicción, hasta que una noche, tumbado sobre el suelo, embebido dentro de quién sabe qué mundos, fue sorprendido: sombras danzando por las paredes, gritos guturales llegando desde fuera y golpes en la puerta lo regresaron a la realidad… Se incorporó lentamente, estuvo a punto de caer… dio varias vueltas dibujando círculos en su desesperación. Un grito desgarrador salió de su garganta: “¡¿quiénes son?! ¡¿Qué quieren de mí?!”… Como respuesta, una ráfaga de proyectiles comenzó hacer añicos las ventanas… Comprendiendo que no había salida, que lo habían descubierto, cubrió los restos del plato, descolgó la pequeña figura humana, la deslizó bajo la cama, llegó hasta la puerta. Las lágrimas le resbalaban por los surcos de las arrugas. Sin pensarlo más corrió el cerrojo y abrió. Tres porrazos en la cabeza lo hicieron retroceder; calló de nalgas, quiso levantarse, pero ésto sólo hizo que recibiera otro par de garrotazos en pleno rostro; comenzó a sangrar…

***

Las Wiccas trazaron un pentáculo sobre el suelo, lo pusieron al centro, lo desnudaron, colocaron una soga en su cuello y lo colgaron de una viga…
En los últimos instantes, en las últimas convulsiones antes de morir, el hombre eyaculó. Las Wiccas quedaron satisfechas y se marcharon para regresar tres días después cuando, estaban seguras, el semen habría germinado en nuevas Mandrágoras… Las Mandrágoras que él había profanado.

8 comentarios:

Nancy dijo...

perturbador y hermoso. Qué buen relato.

Javier Ortiz dijo...

Nancy: esa fue la intención; crear una atmósfera perturbadora (qué bien que se haya logrado algo de eso)… Gracias por tu comentario.

Javier Alfaro Martínez dijo...

Javier Ortiz: Es bueno ver que estas de nuevo en tu mundo, escribiendo buenos relatos. Muy a tu estilo; Inquietantes, provocativos y de un gran matiz e intensidad.

Saludos.

Javier Ortiz dijo...

Javier Alfaro: sí, ya estoy por acá; después de una “pequeña” ausencia.

Gracias por tus impresiones.

Szarlotka dijo...

Llegué acá de casualidad

Me gustó mucho tu cuento. Bastante perverso, con un ritmo que no decae.

¡Felicitaciones!

Un saludo desde Buenos Aires

Szarlotka dijo...

Llegué acá de casualidad

Me gustó mucho tu cuento. Bastante perverso, con un ritmo que no decae.

¡Felicitaciones!

Un saludo desde Buenos Aires

Javier Ortiz dijo...

Szarlotka, primero que nada: qué bueno que hayas llegada hasta acá. Ojalá sigas visitando este blog. Y gracias por tu comentario; en efecto, muy perverso…

Muchos Saludos.

Anónimo dijo...

que exelente cuento!! no estoy muy empapada en el ambito brujeril pero me encantan estas historias, me gustaria leer mas de tus cuentos!
leslie