lunes, 20 de abril de 2009

Escritor - Javier Ortiz


Una hoja filosa. Un disparo en el aire. Un murmullo ahogado…
Dejo lo que estoy haciendo, me abalanzo hacia la puerta. Miro por el ojo de buey… nada. Deslizo el cerrojo, echo una ojeada por el largo corredor: vacío.
Regreso a la Rémington. Prendo otro cigarrillo. Una, dos, tres, cuatro bocanadas; doy un sorbo a mi café ya frío; cierro los ojos con intención que la idea llegue... El cigarro cae, los sueños me envuelven…
¡Un tronido más! Fuertes golpes a la puerta. Caigo de bruces. Los golpes, insistentes, continúan. Me pongo en pie y, sin pensarlo, abro la puerta: allí, una mujer alta, esbelta, enfundada en nailon y piel con revolver en mano sonríe y dice:
—Hola, soy tu personaje ¿puedo pasar?

2 comentarios:

Laín dijo...

Jo! qué buena descripción de cómo a veces-extrañamente- se hacen presente algunos personajes.

Excelente escrito.

salu2

Insisto en que tu nombre me suena.Pero no recuerdo de dónde.¿Qué cosas, no? Tiene algo que ver con tu escrito,jeje

Javier Ortiz dijo...

Laín Deba: en efecto, a veces los personajes llegan de forma inesperada.

Y, quizás mi nombre esté aguardando en algún lugar inverosímil para llegar a alguna de tus narraciones (ji, ji ji)…

Saludos.