—Oh, Dios ¿Por qué me has abandonado? —Murmuró la muchacha al tiempo que blandía la botella por el aire queriendo alejar los demonios que regresaban de nuevo…
A orden del doctor, los enfermeros la sujetaron y la metieron en una camisa de fuerza hasta nuevo aviso.
Pasaron minutos, horas, días, semanas, meses, años… y los demonios jamás se fueron. Yo me cansé de esperar.
Pero ahora, después de tanto tiempo, regreso a ver a la muchacha que tanto quise, de la que nunca me pude desprender, a la que siempre me hablaba de demonios, duendes y seres alados. Estoy aquí, en esta fría sala, esperando ser conducido a su celda. Los nervios me consumen, ¿cómo será la vida allí dentro? Mientras espero me ha llamado poderosamente la atención un hecho: justo en el centro de la sala hay un platón con limones viejos. No puedo quitar la vista de ellos..., veo..., veo..., sigo viendo...
Texto publicado en http://lashistorias.com.mx/ en el concurso mensual de minificción del mes de Junio de 2008.
El coche fantasma
Hace 1 semana
0 comentarios:
Publicar un comentario