martes, 20 de diciembre de 2011

UN ROBOT INEPTO QUE NO PODÍA CUMPLIR CABALMENTE LAS LEYES ROBÓTICAS, CADA MAÑANA VACIABA SU MEMORIA ROM E INICIABA UNA NUEVA VIDA (I)


Las tres leyes de la robótica dictadas por Isaac Asimov:
1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

El robot, como era costumbre, al despertar borró su memoria. Echó algo de aceite en sus engranes y dejó el complejo de apartamentos para robots. Ya en la calle, se maravilló con todo lo que veía: un cielo azul, las ramitas de árboles juguetonas con el viento, mariposas de colores revoloteando a su alrededor, un niño jalando a su perrito que parecía una bola de felpa. El robot, pues, iba contento. De pronto, a la distancia, visualizó un puntito negro. Agudizó sus sentidos robóticos: una bala venía justo en su dirección. De inmediato recordó la tercera ley robótica: un robot debe proteger su propia existencia... De tal suerte, el robot se aventó pecho tierra sobre el asfalto. El proyectil pasó rasante sobre su cabeza; pero alcanzó al niño que jalaba a su perrito.

4 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Duro, Javier, un final realmente duro.

Habría que reformular las leyes del Sr. Asimov.

Un abrazo,

Don Iluso dijo...

¿Pero su propia protección no entra en conflicto con la primera ley? No sé, me parece que este robot recuerda lo que le interesa.
Tremendo micro.

Luciano Doti dijo...

Estaba humanizado, y pensó en salvarse él.

Javier Ortiz dijo...

Pedro, Don Iluso, Luciano, muy atinados sus comentarios. Creo que al final, habría que cavilar sobre las leyes robóticas, ¿no? Auque, en esta ocasión, la poca fortuna del niño fue meramente circunstancial.

Un saludo a los tres.