Un niño juega en el jardín mientras sus padres lo ven a través del amplio ventanal. El niño lanza su pelota al cielo. Cuando regresa al suelo se escucha un gran estallido. Los padres salen, se tienden sobre el pasto reptando, y comienzan a devorar los jirones de carne desperdigados aquí y allá.
Imagen: Delicatessen, de Noelia Antolín Llorente (España).
Texto publicado en quimicamenteimpuro.
5 comentarios:
Una mezcla tétrica entre canibalismo e incesto ¡en un solo párrafo! Solo me queda saber si no fueron los padres los que regalaron al niño esa pelota-bomba.
Muy bien.
Me gusta tu estilo, con mucha imaginación.
Javier, humor antropófago. Supongo que al acabarse los hijos, habrá que salir a la calle.
Saludos.
¿Y las minis de abril, mayo, junio y julio?
Buena metáfora, Javier.
Tienes razón; terminamos devorando a los hijos, aferrándonos a la idea de hacerlos a nuestra semejanza.
Saludos.
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