En las bodas de Caná, todos eran felices menos yo. Agazapado en un rincón, mientras veía cómo la gente departía y degustaba aquel vino añejo y exquisito, que apenas minutos antes era vil agua, yo sufría las primeras convulsiones del delírium tremens.
¿El milagro de Dios pudo ser tan cruel?
2 comentarios:
¿Pero si está muy bueno! una pieza para armar el rompecabezas...
Nancy, agradezco tu comentario. Gracias a este, me llegaron ideas para continuar con el rompecabezas.
Saluditos.
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